Mateo tiene los ojos grandes y un pelo rubio y ondulado.
Así que cuando te mira no puedes evitar pensar en el principito de A. Saint Exupery, o por lo menos es lo que me vino a la cabeza cuando lo conocí.
Después de la sesión fotográfica, lo confirmo, es un pequeño príncipe de cuento.
Tímido y encantador, se escondía de la cámara fotográfica en busca de un globo para seguir jugando sin interrupciones.
“No para quieto ni un momento”, nos habían avisado y así fué. Creamos un pequeño estudio fotográfico para la sesión de fotos en casa, con globos , una silla y una mantita y Mateo lo recorrió a gatas hacía delante, hacia atrás, de espaldas, bajo la silla, escondido entre los globos… Un sin cesar ir de aquí para allá entre risas, canciones y palmas.
Cuando le trajimos la cesta fue un descubrimiento. Subir y bajar, esconderse ahí dentro, donde nadie lo ve y salir de un salto sonriendo.
A veces se nos olvida lo fácil que es sonreír y lo bien que sienta. Solo tenemos que entrar en el juego y jugar.
Y eso hicimos todos los allí presentes.
Gorro va, gorro viene saludando al público allí presente que aplaudimos sin parar en un bravo continuo.
Fue una tarde fantástica.
Todos , incluso Mateo el inagotable, acabamos agotados pero contentas de haber pasado un buen rato trabajando.
Nos lo pasamos tan bien que hacer una selección de las mejores fotos para el álbum no fue tarea fácil.
Intentamos recoger todos los momentos especiales de la sesión que fueron muchos para que os saque una sonrisita cada vez que lo miréis.
Un álbum personalizado con la encuadernación en tres piezas y tapas en tela.
Un diseño hecho con mucho cariño.
¡¡Mil gracias chicas!!
Un día y una sesión inolvidables.