Se acercaba el cumpleaños de Sabrina. Ya un año. Como pasa el tiempo, así que había que celebrarlo como se merece. Una sesión fotográfica donde queda claro que ella sonríe y te alegra el día.
Sabrina nos recibió en la puerta, de pie aunque bien sujeta a la mano de mama, porque aunque tiene claro donde quiere ir todavía necesita que la acompañen.
Y sin perderse ni un solo detalle, fuimos preparando todo lo necesario para la sesión.
Como ya tenían la ropa preparada, un conjunto más formal y otro más deportivo para hacer dos cambios en la sesión fotográfica, solo teníamos que conseguir que Sabrina se la quisiera poner, se sentase, cosa que como ahora está descubriendo hasta donde le pueden llevar los pies fue lo más complicado, y sonreír.
Siempre se genera un ambiente especial al ver a los niños, tan guapos jugando y sonriendo porque se lo están pasando bien y a sus padres haciendo monerías, cantando y babeando por la mirada de sus hijos.
La colaboración de los padres es imprescindible para que la sesión fotográfica sea no solo un recuerdo en fotografías, sino una experiencia en si misma.
Nos gusta que los padres jueguen, rían y disfruten tanto como los niños.
El vestido nos iba de perlas con la maleta, así que le sacamos partido y ella estaba encantada de jugar con esa caja que se abría y cerraba.
Hacerla sonreír fue tan fácil como emocionante ver la sonrisa reflejo de su madre.
Mil gracias por ponerlo tan fácil.
Como siempre el buen rollo siempre se refleja en las imágenes.
¡Felicidades Sabrina!